Razón o emoción

Cuando tu mente dice una cosa y tu intuición otra… ¿qué eliges?

Esta dicotomía representa una de las tensiones humanas más antiguas y universales: la que ocurre entre nuestros deseos y sentimientos (emoción), y nuestras ideas, razones y cálculos (razón).

Es un conflicto que aparece en miles de decisiones: amor, carrera, creatividad, liderazgo, propósito, relaciones, trabajo, proyectos…

Y también es un reflejo de cómo nos han educado:

  • “Piensa antes de actuar.”

  • “No dejes que las emociones te dominen.”

  • “Sigue tu corazón.”

Pero, ¿realmente están en conflicto? 

Científicamente, no. Son procesos complementarios. Tu cerebro emocional (amígdala, sistema límbico) y tu cerebro racional (neocórtex) trabajan juntos, todo el tiempo. No son departamentos separados. Son sistemas que colaboran para ayudarte a interpretar, decidir y actuar.

No somos "razón o emoción". Somos sistemas complejos donde cada parte informa a la otra. Es más parecido a una danza interna que a un combate.

La emoción da contexto. La razón da dirección.

LA CREENCIA QUE NOS LIMITA

En el fondo, lo que sostiene esta dicotomía es una creencia muy arraigada: que emoción y razón son opuestas, y que una debe dominar a la otra.

Nos han hecho creer que:

  • La emoción es débil, impulsiva, caótica.

  • La razón es fuerte, lógica, confiable.

Y eso refuerza culturas organizacionales que:

  • Desvalorizan lo emocional (especialmente en lo profesional).

  • Premian el control, la frialdad y la “objetividad”.

  • Te hacen sentir mal si "no piensas con la cabeza".

Nos formatearon para confiar solo en lo medible, lo comprobable, lo lógico.

Pero, ¿qué pasa con lo que no se puede medir? Eso también importa. Y a veces, es lo que más importa.

De hecho, el 90% de las decisiones humanas no se toman de forma racional. Se toman desde el cuerpo, la emoción, la intuición. Y luego buscamos razones para justificarlas.

¿Cómo suele manifestarse ésta tensión?

Por ejemplo: 

  • Sabes que una relación ya no te aporta (razón), pero sigues ahí porque hay amor, costumbre, o miedo (emoción). 

  • Te ofrecen un trabajo bien pagado (razón dice sí), pero algo en ti se siente incómodo (el cuerpo, la emoción). 

  • Diriges una empresa que optimiza con datos, OKRs y eficiencia (razón), pero no te preguntas cómo se siente tu equipo (emoción) y terminas perdiendo talento.

  • Percibes una intuición fuerte en una reunión (emoción), pero decides callarte porque “no tienes datos” (razón).

  • Entrevistas a usuarios que dicen “todo bien” (razón), pero su cuerpo y su mirada revelan otra cosa (emoción).

  • Diseñas un workshop con objetivos claros (razón), pero en el momento notas que la energía del grupo dice otra cosa (emoción).

Y esta tensión no solo es personal, también es organizacional

Las tensiones entre razón y emoción no solo viven dentro de nosotrxs. También se manifiestan en cómo trabajamos, en cómo lideramos, y en cómo diseñamos los entornos de trabajo.

Porque lo que muchas veces interpretamos como “problemas de comunicación”, “falta de foco” o “choques de estilo”… son en realidad diferencias en cómo procesamos la realidad. Entre quienes necesitan datos y estructura para avanzar, y quienes necesitan sentir sentido y conexión para moverse.

Lo veo en los proyectos en los que he colaborado y he acompañado:

  • Equipos formados por perfiles muy analíticos que conviven con perfiles más emocionales, creativos o empáticos.

  • Personas que buscan estructuras claras, métricas, control… y otras que necesitan conexión, sentido, intuición.

  • Formas de operar tan distintas, que si no se comprenden, chocan.

Ninguno está equivocado. Simplemente están hablando diferentes lenguajes. Y cuando no los reconocemos, se llenan de juicio, fricción y desconexión.

Entonces… ¿cómo se diseña desde ambos lados? ¿CÓMO HABITAMOS EL IN-BETWEEN?

  • Dando espacio para lo que no es visible, pero afecta: la energía de un equipo, las tensiones no dichas, las intuiciones que anticipan problemas.

  • Poniendo la lógica al servicio del propósito, no como una excusa para evitar lo incómodo.

  • Permitiendo que la intuición y la empatía sean parte del proceso —no un obstáculo que hay que justificar.

  • Diseñando procesos donde la estructura no apague la creatividad, ni la emoción lo desborde todo.

  • Creando condiciones para que distintas formas de pensar, sentir y decidir puedan coexistir, nutrirse y colaborar.

Diseñar desde la razón y la emoción es hacer diseño organizacional real: estratégico, sensible y humano.

el foco de mi trabajo

Hoy más que nunca necesitamos profesionales que sepan integrar. Personas que lideren desde la escucha. Equipos que no solo piensen bien, sino que también se sientan bien. Culturas que le den voz a ambas partes, en igualdad.

Ese es el foco de mi trabajo: pensar las culturas, los proyectos y las audiencias como ecosistemas de pequeñas comunidades, donde cada una opera, se comunica y decide de forma distinta. Y donde el verdadero reto —y también la verdadera belleza— está en diseñar puentes entre estos dos mundos.

¿Listo para integrar tus mundos? Bienvenido al In-Between.

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