Creatividad o estructura

el falso dilema que aún nos frena

Durante mucho tiempo, nos hicieron creer que teníamos que elegir. Que la creatividad y la estructura eran opuestos. Incompatibles. Casi enemigos naturales.

La creatividad se asociaba con la improvisación, la chispa, la genialidad espontánea. El clásico “genio caótico”: esa figura que detesta los procesos, trabaja de noche, pero llega con LA gran idea.

La estructura, en cambio, parecía todo lo contrario: orden, método, planificación, repetición. Un mundo de control y previsibilidad, que muchos veían como la antítesis de lo creativo.

  • Como si tener una de estas cualidades significara renunciar automáticamente a la otra.

  • Como si las personas creativas no pudieran ser organizadas, o las organizadas no tuvieran nada nuevo que aportar.

Y aunque esta dicotomía parece anticuada, sigue muy presente en el día a día de muchos equipos y organizaciones.

Porque cuando pasamos del discurso a la práctica —cuando estamos en medio de un proyecto, intentando alinear ideas, avanzar con el equipo y lograr resultados reales— esa tensión entre creatividad y estructura deja de ser solo un concepto abstracto. Se vuelve algo tangible. Y muchas veces, un freno.

Hoy trabajamos en entornos donde la colaboración es clave, la diversidad de perfiles es la norma, y los resultados tienen que ser sostenibles a largo plazo. En ese contexto, ya no basta con tener una buena idea, necesitamos saber cómo darle forma y traducirlas en productos, servicios, estrategias o experiencias reales. Y para eso, necesitamos estructuras que nos ayuden a avanzar con foco, sin perdernos ni apagar la chispa creativa en el camino.

Primera creencia a desarmar: ¿la estructura mata la inspiración?

No. De hecho, la sostiene.

Uno de los grandes errores es creer que la estructura le quita frescura al proceso creativo. En realidad, ocurre todo lo contrario: un buen marco reduce la ansiedad del “todo es posible”, acota la dispersión y libera foco para lo que importa.

No es casualidad que:

  • La música tenga escalas.

  • La arquitectura tenga planos.

  • La estrategia tenga frameworks.

  • El diseño de servicios tenga mapas, backstages y puntos de contacto.

Los límites bien entendidos no matan la creatividad: la potencian. Y aunque cueste aceptarlo, sin una estructura mínima, la creatividad se agota. Porque no tiene dónde anclarse ni con qué sostenerse en el tiempo.

El Design Thinking lo dejó claro: no se trata de tener una gran idea, sino de transformarla en algo útil para alguien real.

  • Y para eso, se necesita un marco.

  • Pero uno que no ahogue.

  • Un proceso que no automatice.

  • Una estructura que no olvide que, detrás de cada paso, hay personas, no solo entregables.

Por lo que el verdadero desafío no es elegir entre apertura o foco: es saber en qué momento estás y qué necesita tu proyecto y tu equipo.

Y para eso, se necesita un marco.

  • A veces toca divergir, explorar, abrir.

  • Y otras, tomar decisiones, definir y cerrar.

El arte está en navegar esa transición sin perder claridad ni energía. Diseñar espacios donde haya lugar para imaginar, pero también para aterrizar.

Y sí, también tiene que ver con el entorno (y contigo)

¿A qué me refiero con esto? A que no basta con tener buenas ideas, ni con seguir el mejor proceso. Si el contexto no acompaña, si el entorno no habilita, ni la creatividad ni la estructura pueden sostenerse en el tiempo.

Porque no se trata solo de si tú eres más creativa o más estructurada. Se trata de dónde estás, cómo trabajas y qué permisos te das.

  • Una persona creativa en una estructura asfixiante deja de proponer.

  • Y una persona metódica en un entorno caótico termina agotada.

Por eso, la pregunta no es solo “¿cómo eres tú?”, sino:

  • ¿Qué necesita tu creatividad para sostenerse?

  • ¿Y tu estructura para seguir evolucionando?

Entonces… ¿Qué necesita cada perfil para dar lo mejor de sí?

Primero, un recordatorio importante: Nadie es completamente una cosa o la otra. Todas las personas combinamos rasgos creativos y estructurados en diferentes grados, según el contexto, el momento o el tipo de proyecto. Y eso está bien.

Pero si queremos que esa diversidad funcione, hay que ir más allá de las buenas intenciones. No basta con decir “acá todos los estilos son bienvenidos”. Hay que diseñar entornos donde cada tipo de energía pueda expresarse y aportar.

Si alguien tiende más hacia lo creativo (imaginación, intuición, disrupción), va a necesitar:

  • Espacios para explorar sin miedo a equivocarse.

  • Procesos flexibles que no ahoguen la chispa.

  • Curiosidad como motor, no como amenaza.

  • Escucha activa, incluso cuando la idea aún no está “lista”.

Si alguien se inclina más hacia lo estructurado (orden, análisis, consistencia), va a necesitar:

  • Claridad sobre objetivos, roles y tiempos.

  • Marcos definidos que den foco y seguridad.

  • Información accesible, decisiones coherentes.

  • Valoración del orden, no solo de lo nuevo.

El problema aparece cuando solo se valora una de estas energías. Las culturas que glorifican la improvisación permanente terminan agotando. Y las que premian solo el control, acaban bloqueando la innovación.

Conocerte mejor es el primer paso

Antes de hablar de cultura organizacional o dinámicas de equipo, conviene mirar hacia adentro: ¿Qué condiciones activan lo mejor de ti? ¿Cómo fluye tu creatividad? ¿Qué tipo de estructura necesitas para mantener tu foco?

Si estás en ese proceso de exploración, te recomiendo que hagas éste test para que descubras tu tipo de creatividad: Descubre tu Creative Type

Es un test visual, gratuito y muy bien diseñado que muestra cómo fluye tu energía creativa y qué condiciones te ayudan a expandirla. También puede servirte para entender mejor a tu equipo y diseñar dinámicas que activen lo mejor de cada persona.

Trabajar desde el In-Between

Esa forma de trabajar —humana, flexible y estratégica— es la que aplico en mis proyectos. Porque crear no es un acto individual: es un proceso colectivo que necesita tanto dirección como libertad. Método e intuición.

El verdadero desafío nunca fue elegir entre creatividad o estructura. Fue no haber aprendido a integrarlas.

Y ahí es donde empieza el cambio de paradigma.

🌱 Bienvenida al In-Between.

Siguiente
Siguiente

Introversión o extroversión